Maybe confused about you (Libre)

No solía pasear por Regent Park sin compañía, pero el día no me había ido muy bien en el museo. Una señora adinerada, había estado acusándome de robarle, cuando la única con un poco de dignidad y honestidad en ese maldito lugar era yo. No llevaba el vestido más elegante del mundo, pero era lo que podía permitirme y me gustaba bastante. Con una leve sonrisa en mis labios, paseaba distraída por el parque, cruzándome con viejos concidos por el camino.

Llegué a una parte del parque, donde dejé de ver a mis conocidos. Me entretuve acariciando a un gato, era la cosa más tierna que había visto en todo el día. Y eso que había visto cosas tiernas.

Y hablando de cosas tiernas... visualizé a alguien en un banco con un cigarro en la mano, inconfundible. Sonreí y me senté en el banco a su lado.

- Buenas tardes, caballero - bromée, sin mirarle mientras me atusaba el vestido, al menos para sentarme.

Sonreí y me giré para mirarle. Estaba con su bloc, como siempre. En esa época estaba muy bien que un chico se interesase por algo como la escritura, aunque la mayoría de los padres lo que querían para sus hijos era que siguiesen el negocio familiar, como ser banqueros, policías, notarios... eso a mí no me iba. Suspiré y señale el bloc con un ademán.

- ¿Molesto? - pregunté, mirando a Marc sin asomo de vergüenza o arrepentimiento por haber aparecido.

Asentí, observando como cerraba su bloc. No quería molestar, y si estaba siendo modesto, era agradable saber eso. Suspiré y me eché levemente hacia atrás, apoyándome en el banco.

- ¿Qué tal todo? - pregunté, mirando al cielo, algo nublado.

Bajé la mirada, justo cuando él miraba al cielo. Asentí sin sonreír. No era gracioso que alguien me dijese que no es que estuviese muy alegre, aunque viniendo del señor Stonem no era novedad. Suspiré y un leve encogimiento de hombros apareció en mí. Fruncí el ceño, llevandome una mano al cabello, enredando un dedo en un mechón, distraída.

- Digamos que.. estoy indignada, algo molesta... - dejé la frase inconclusa, no sabía si explicar mi "divertido" suceso con la señora del museo - Pero gracias por preguntar - di una seca cabezada, agradeciendo así, además.

Le miré recostarse contra el banco con una despreocupación envidiable. Me hacía sentirme desdichada. No veía nada bien que por ser una señorita no pudiese sentarme con las piernas en el banco, cómodamente, o porque no ir con pantalones, para una mejor movilidad. Alejé esos pensamientos y suspiré.

- Sabeis que trabajo en el museo británico... ¿no? - pregunté, mirandole aún, con el rostro ladeado - Pues bien - dije, dándolo por echo - Una señora me acusó de haberle robado - sonreí amargamente - Sabeis de lo que hablo, supongo - bromée, pues sabía que él solía hacerlo - Pero es mejor no darle importáncia, al menos ella para mí no la tiene, pese a ser una ricachona - dije, dándole aires rimbombantes a la última palabra.