Primer fin de semana en Londres

Era el primer fin de semana de Glen, en verdad, seguía un poco triste por el suceso con sus padres no podía sacarse esa situación de la mente, el jóven había trabajado toda la semana en su consultorio que al parecer cada día tenía más que hacer, había ya contratado a un par de médicos y algunos otros que querían aprender, pero aún así, todavía faltaba gente que se hiciera cargo de los asuntos internos, alguna secretaria o alguien que recibiera a los pacientes, era algo que lo tenía preocupado, era bueno pues, hacía que pensara menos en la trágica muerte de sus padres, aunque tanto trabajar lo hacía merecedor de un fin de semana de relax.

Eran pasadas las 10:00am, y el frío asechaba con robar las ganas de los ciudadanos de salir a dar un paseo matutino, de aquellos días en donde uno piensa en salir y sólamente ve el exterior y prefiere un té con unas galletas a un lado de la chimenea y olvida por completo el frío clima Inglés; Glen se dispuso a visitar el Covent Garden, realmente no le importaba mucho el clima, iba muy bien abrigado, en Irlanda también hacía un tremendo frío y estaba acostumbrado a ello, era un grandioso lugar en donde se encontraba prácticamente todo lo que buscara. Caminó fascinado por la cantidad impresionante de tiendas, hoteles, restaurantes, entre otras cosas, era maravilloso, había tenido la oportunidad de visitarlo años atrás, pero esto, era diferente, había cambiado asombrosamente y no había otra cosa mejor que admirar.

Se paseó por varias tiendas, había comprado unos guantes nuevos de piel en una tienda que se dedicaba a vender artículos de la más alta calidad en piel, no se detuvo y los compró sin siquiera observar el precio, aquel día había salido con un buen bonche de dinero consigo, pretendía comprar algunas cuantas cosas, aunque realmente, no tenía nada en mente, lo que apareciera, eso sería.

Glen no había desayunado, normalmente salía de casa a las 6:00am para ir a trabajar, pasaba por la panadería, compraba un pan y lo deglutía en el camino, le gustaba caminar, por ende, su vía hacia el trabajo era sólamente caminar y caminar, posiblemente era por eso que tenía una buena complexión y podía estar de arriba abajo sin siquiera jadear un poco. Era tarde para un desayuno, aún así, sus tripas rugían fuertemente, se sentó en una banca del lugar, cerró los ojos un poco, para después pasar sus manos sobre de ellos, sobándolos como si eso fuese a calmarle el hambre AAhhggg lo que daría por un buen desayuno dijo el jóven en voz baja pero audible para cualquiera que pasara por aquel frío lugar, frotó sus manos y recordó los guantes que había comprado, los sacó de su envoltorio y se los colocó, y continuó hablando como si estubiese sólo en el lugar, sabiendo que pasaba una infinidad de gente enfrente de aquella banca de madera que estaba postrada enfrente de una butique de alta costura Lástima que no conozco ningún lugar para desayunar... lo dijo con algo de preocupación mientras se acomodaba en el asiento intentando quedar justo donde había estado antes, pues no quería tener que calentar la banca de nuevo...

Glen estaba sobre aquella banca, fría y sola, por un momento empezó a recordar a sus padres de nuevo, recordaba el cabalgar junto a su padre por las praderas, platicar con su madre y acompañarla a los huertos por algunas frutas y verduras, le encantaba que le preguntara sobre las plantas y los animales que veían, realmente era feliz junto a ellos, se lamentaba dentro de sí mismo el no haber convivido con ellos más tiempo, era triste...

Pasaron un par de minutos, pensando en aquello, se acomodó en su asiento y estiró uno de sus pies con tal de estirar la pierna para evitar un calambre o un entumecimiento, realmente estaba frío y eso era una posibilidad, cuando se topó con algo, escuchó una dulce voz, volteó a ver de dónde salía tan agradable sonido y vió a aquella mujer, parada con ese semblante tan interesante, reaccionó rápidamente y se puso de pié y comentó un poco nervioso No, no, disculpeme a mi, no fué mi intención hacerla tropezar señorita, sólamente estaba estirando mi pierna, vamos que es una mañana fría y suelen entumirse las articulaciones, no cree?. Dijo el jóven Gallager, la miró a los ojos, aquellos ojos azules alumbraban su hermosa cara, aparte de ello, su cabello rubio y su piel blanca, resaltaban de aquel frío lugar, Ah, disculpeme, qué modales los míos! dijo estirando la mano desnuda todavía caliente por lo abrigado de sus nuevos guantes Mi nombre es Glen.

Justo después de que amablemente se presentó, el estómago de Glen empezó a llamar la atención, rugía como si un león estubiese dentro de ahí, apenado, se sonrrojó un poco y aunque trató de disimularlo no tuvo otra opción mas que excusar su exceso de apetivo, no había desayunado nada, y su cena del día anterior había sido prácticamente un aperitivo! Disculpa, no he desayunado nada y el hambre me está matando Comentó un poco apenado por el suceso, no dejaba de observarla a los ojos, hacía ya tiempo que no veía una mujer tan elegante y tan linda...