Tarde soleada[Elisabeth]

Sinceramente yo no estaba de buen humor,asi que salí de casa llorando y llegé al puente.
Lo había pasado mal,no era mi día.Simplemente otra discusión más.Casi la misma de siempre,tan solo que ahora me hechaban ,por primera vez,la culpa de que mi hermana saliera muchas veces de casa sola.

La tarde que lucía soleada debido a que era la hora de la puesta de sol le daba un enfoque más triste a mi día desastroso y ...triste,si,triste.
Solté un largo suspiro y me apoyé en el borde del puente,donde segundos después cayó una de mis lágrimas.

No tenía muchas ganas de nada ese día, simplemente de llegar a casa, o de ir a ver a Valerie... de vez en cuando sentía que necesitaba a mi mejor amiga, más que nunca. Pero ahora sentía algo distinto, como si un sexto sentido me dijese que ella no estaba bien. Lo que me sorprendió fue que mientras volvía a casa, cruzando el puente, una figura familiar estaba ahí.

Me acerqué sonriendo amplio, pero al ver que lloraba la abracé con fuerza, y dejé de sonreír para fruncir el pecho. No iba a presionarla, que se desahogara, aunque ya supuse porque derramaba lágrimas sobre el puente.

Al oírla intenté hacer que callara, con un simple ruido, un "chisst". Pero no quería tampoco que callara, así que la mecí leve mientras acariciaba su cabello.

- No quería preguntar, pero... ¿porqué estás así ahora? - pregunté, separándome de ella y limpiando sus lágrimas con cuidado.

Mientras limpiaba suavemente y con cariño mis lágrimas le contesté:

-Por lo mismo de siempre,otra pelea en casa,no puedo más.Estoy harta de ser la hijita perfecta que no puede hacer nada mal porque ya es un pecado capital.-Dije intentando dejar de llorar de una vez pero sin poder hacerlo,desesperadamente.Estaba muy triste de vivir en una familia así.

- Valerie, Val, Val, Val... - llamé, haciendo que me mirase, dejando mis manos en sus mejillas - Sabes que vivimos en una sociedad en la que nuestra palabra no vale ni una libra, pero podemos conseguir que eso cambie, solo tienes que decirle a tu família que quieres ser libre... - aunque yo no sabía que hacía hablando de eso, no tenía família, además de Val, que era mi mejor amiga - Olvídalo, conociendo a tus padres, eso no se puede hacer... pero no te preocupes - agregué, asintiendo - Desahogate, cielo, seguro que todo cambiará - "y ojalá que sea pronto", pensé.

Escuché lo que dijo, y asentí lentamente ante lo de su sueño, lo de Diletta y lo de su padre. Diletta era una personita especial, en la que confiaba plenamente. Y si era cierto que a ella jamás le habían echado la culpa de nada, y menos por las cosas que hiciese su hermana. Suspiré.

- Ya está bien, Val, no debes echarte por los suelos ahora... - dije, frunciendo el ceño - Vamos, sientate - dije, acercándonos a ambas a un banco pegado a la barandilla del puente.

Asentí lentamente, conmigo no debía esconder su lado tierno y débil. Abrí los ojos al oír lo otro, Val estaba enamorada. Eso era lo último que me esperaba oír esa tarde. Suspiré y rodée sus hombros con mi brazo.

- ¿Quién es el afortunado? - pregunté - Porque es un afortunado, y seguro que con un poco de suerte lo aceptarán... - dije, sonriendo leve.

Abrí desmesuradamente los ojos de nuevo. La zarandée levemente.

- Eso si que no, amor compromiso, eso es fatal - dije deprisa - rápido, ¿Quién es? - pregunté, tramando un plan.

Abrí mucho los ojos. Solo conocía a un Marc. Así que me arriesgué.

- ¿Stonem? - pregunté con una sonrisa asomando en mis labios.