Hacía una noche hermosa, el cielo se encontraba completamente despejado y las estrellas brillaban acompañando la hermosa e intensa luna llena de aquel mes...la cual brillaba con una luz nívea especial. Paseaba cerca de las orillas del río, junto a las Torres de Londres. Nadie había ya allí y poco a poco comenzaba a habituarme a al silencio y la soledad, tan solo el viento susurraba de vez en cuando, balanceando mis cabellos y refrescando mi pálida piel. La idea de estar sola allí me daba cierta libertad...hacía días que necesitaba pensar y aquel quizás fuese el mejor momento, mis rosados labios dejaron escapar un suspiro. Descalcé mis pies, dejando que la piel de la palnata de estos rozasen el úmedo y frío suelo, para después subirme al muro de piedra gris que separaba aquel paseo de las calmadas aguas del río aquella noche...Sosteniendo mis zapatos en una mano comencé a caminar sobre este, en perfecto equilibrio...siempre me había gustado ir allí de nochoe, sin nadie que me observara o judgara mis actos, sin nadie que decidiese por mi que hacer...Observé una ultima vez el cielo iluminado, las oscuras aguas y el silencio de las calles y la noche y después cerré mis ojos color cielo instantaneamente para imaginar mi propio cielo, tarareando una canción de suave melodía y de nuevo abrirlos, aún con aquella canción. El viento agito de nuevo mis cabellos castaños, casi dorados y mi vestido...Entonces escuché una voz tras de mi, la cual me asustó y mis pies tropezaron.